He aquí al ingenioso hidalgo en su desvarío encantador.
"Fusióname en tu canto e invítame a contemplar los caminos solaces. A tu envergadura y tu peto rociara de oliva.
No, no me invites. No quiero ver a tu Dulcinea, porque por su cuerpo sólo anduvo tu mano; por su memoria, tu ansia; por su capricho, tu silencio... por su risa, tu llanto."
Cide Hamete Benengeli lo soñó; nosotros seguimos buscándolo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario