martes, 28 de mayo de 2013



Nuestra historia se pierde en el silencio

(Después de leer a Roberto Bolaño, queda como resaca la gana ubérrima -en palabras del gran peruano universal, César Vallejo- de escribir. Es inspirador. A esto se le llama ser inspirador: cuando de algo brota algo. Hay en él una fuerza vital ganada sobre todo por no haber cursado la cátedra, habérsela saltado -a quienes lo hemos leído con alguna avidez, nos deja la sensación de "felicidad ignorante", de diafanidad dispersa- recorre, con todo el gusto, de Perec a Proust, de Warhol a Klimt, de Bob Dylan a Bach, del medioevo al mundo contemporáneo, que, en palabras de Umberto Eco, es lo incontestable (¿Qué es la posmodernidad?, le preguntaron a un colega suyo. No lo sé, respondió éste. Eso mismo es la posmodernidad, respondió Eco), de elegancia autónoma- sin poses. Este intento por poetizar lo prosaico -la historia evidentemente es una historia- es un residuo de las lecturas varias a sus poemas y sus novelas. De manera especial a Los perros románticos. Por lo tanto, cualquier parecido con su realidad no es mera coincidencia.)

Nuestra historia se pierde en el silencio



Los tallos del maíz, como excrecencias,
se hinchaban hasta hacerse cáncer,
y nos enlodaba el pantano de la vida
por donde caminé en la oscuridad
creyendo que era un prado.

Así me arrastré como un caracol
a través de los días de mi vida.
Ya no se oirán más mis pasos
por la fría acera
mendigando un poco de maíz.

Mil veces mejor la cárcel que pedirte un deseo,
yacer debajo de la estatua
soportando las palabras Pro Patria.
Dirán de mí, para mi bendición,
como epitafio que nunca se grabará en piedra alguna:
¡Sin embargo al principio fue una clara visión!
¡Después robó cerdos e hizo la guerra!

Yo responderé, desde el silencio que es mi historia:
¡Detrás de cada soldado hay una mujer
que intenta enseñarle de memoria la Enciclopedia Británica!





No hay comentarios: