miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tantas veces todos


Por descrucificar los anhelos
clavados en mi pluma


El imaginario popular nos ofrece una gama amplísima de opciones para hallar seres que más bien parecen salidos de un digno bestiario medioeval que del vientre de buena madre. Sólo hay que abrir los ojos para ver por las calles de cualquier ciudad, perros de Bubastes, caballos que calzan cráneos humanos, leones Saíticos, al Macho Cabrío Mendesio, cocodrilos lagrimeantes con sus hórridas aberturas de fauces, a Androcles en su tarea eterna, a los ávidos Dípsodos, a los astutos Icneumones, caracoles de concha retorcida y hasta a seres divinos que fluyen por el universo y traman a estos pantomorfos seres desplegándonos ante nuestra vista.
Hay, no obstante, quienes son todos, incluso estos seres -y no sólo por entenderlos, sino por vincularse y ser ellos. El gran Walt dejó dicho: No concibo un hombre que por lo menos un día en su vida no fue una mujer.

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