sábado, 15 de noviembre de 2008

La raza extinta


Me place transcribir, a continuación, un texto crítico a manera de epístola que el escritor, crítico y catedrático Oswaldo Encalada, tuvo la gentileza de transimitirme, sobre mi última novela, La raza extinta. Lo hago por la sensación de estímulo que la misma me provoca, y porque me une al estimado Doctor Encalada más que el "simple" afán literario. Además, conviene decir que estos pequeños detalles, que son grandes manifestaciones, nos dan alas para continuar en la lucha contra uno mismo. Y ni qué decir acerca de la reivindicación que provoca, como ciertas críticas (que prefiero omitirlas para precisamente no alardear) que, igual a ésta, han venido de la mano de la seguridad y la entereza. Espero, sin embargo, no pecar de vanagloria al hacerlo, o simplemente caer en esquemas snob nada apetecibles; de ser así, pues, pues, pues que me incendie espontáneamente, merecidamente:


Estimado Carlos:

He leído su interesante y atrapadora novela, y estas son mis opiniones:
LA RAZA EXTINTA es una novela densa, morosa, detallista, donde no hay espacio para el silencio. La palabra lo cubre todo, cada lugar del mundo creado está lleno de palabras, en una especie de crecimiento que, al parecer, podría volverse imparable.
El tema es la muerte, ¿asesinato?, ¿suicidio?, de Víctor Reiter y María Loyola Ríos. A cada paso la perplejidad del lector crece porque se atan los cabos sueltos más insospechados y el relato se explaya en cada vericueto posible, quizá para despistar al lector y dificultar la investigación.
La novela abre frentes de batalla -frentes de escritura- a cada momento y aparentemente deja en olvido lo sustancial, lo cual es una técnica del narrador, para dilatarnos más la solución y distraernos del objetivo principal: el conocimiento del culpable.
La voz del narrador se mueve en múltiples planos que fugazmente adquieren preponderancia, para luego hundirse en el anonimato.
LA RAZA EXTINTA es una novela muy original, de naturaleza policíaca, contada por un narrador conocedor de las técnicas, y gran lector, además. La imaginación prima en cada página; pero sobre todo brilla y se desborda -la novela es un continente que no alcanza contenerla realmente- sobre todo en ese alarde de fantasía que son las "gacetillas".
Carlos Vásconez es un narrador que cada día progresa y cada vez ofrece frutos más refinados, como es precisamente el caso de esta novela.

Oswaldo Encalada Vásquez

1 comentario:

Tamia dijo...

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